“Somos tres primos quienes decidimos” poner este negocio para poder solventar cada una de “nuestras carreras”, dijo Guevara. “Ya llevamos” un año con esta iniciativa de los sánduches, añadió. Alejandra con sus primos presentaron su proyecto en la mayoría de facultades de nuestra universidad, pero fue la facultad de arquitectura quien aprobó el funcionamiento de este negocio en sus instalaciones. El proceso para que todo se dé es muy largo y el encargado de hacer todos los trámites y papeles correspondientes “fue mi primo el mayor”, enfatizó la estudiante.
En un principio “fue muy duro ya que solo vendíamos” 20 sánduches diarios, manifestó Guevara. Pero al realizar sondeos de que les gusta y que no les gusta a los estudiantes “pudimos atinarle” a las recetas que más les agrada y así incrementar de 80 a 100 sanduches por día, afirmó.
“Hemos incrementado nuestros ingresos”, expresó. Esto siempre ha dependido de “nuestro esfuerzo, la creatividad y el saber tratar a la gente” y que además ofrecemos café, mocachino, capuchino y chocolate.
Poner otros carritos en otras facultades o en otras universidades es “otros de los proyectos que tenemos”, dijo la dueña del carrito de sanduches. Esto depende de “cómo nos vaya con el que tenemos actualmente”, agregó.
Las veces que “he comprado esos sanduches no me han defraudado”, dijo Pablo Cisneros, estudiante de Arquitectura. Complementó que “el sabor y la variedad” en las recetas es lo que hace diferente a esos sanduches.
PR: JAIRO NARVÁEZ
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