jueves, 28 de enero de 2010

LA PRIMERA DISECCIÓN

Juan Diego estudiante de medicina, nunca pensó que al momento de realizar su primera disección sus nervios iban a hacerse presentes.

De pequeño ratas sapos y un despistado gato fueron abiertos de cabo a rabo por Diego. Hace dos días que el profesor de Anatomía les había anunciado la clase que tendrían.

Dormir, pudo hacerlo, pero no con la misma candidez de siempre. Al salir de casa le pidió a mamá que no le dejase comida, él “comería fuera”.

Eran las 9:30am, una sábana blanca cubría el cuerpo, que aunque no era el de Juan, él lo sentía como propio (por lo menos esta única vez). Era un cadáver traído de la morgue de la policía. Algunos pasos previos a este momento como identificación NN, examen externo debieron haber sido realizados por los doctores gendarmes.

Llegó el profesor uno poco más serio que de costumbre, vistiendo un impecable mandil blanco con cuello de tortuga. Más de uno se sintió incomodo con tal pulcritud. Martha “la metiche”, como se la conocía a una compañera, era quien ayudaba al profe. Doctor por cierto.

Un hombre de aproximadamente cuarenta años, de estómago prominente algo canoso, tez blanca, a partir de este momento sería tratado como el “cuerpo”. El rostro y partes nobles no fueron tapadas.

Ningún estudiante decía palabra alguna. Tal vez no era el momento o simplemente no sabían que decir.

El pulcro sapiens con bisturí mango largo en mano hizo la primera incisión. Desde un hombro hasta el centro del pecho, luego desde el otro hombro al mismo centro. Cuando el Dr. se aprestaba a convertir la V en Y alguien no contuvo el desayuno. Ningún estudiante se dio la vuelta para averiguar quién fue. De lo que si estaban seguros es que cualquiera podía ser el siguiente.

Un líquido comenzó a salir del abdomen. Al corte de las costillas Juan diego fruncía la frente, gesto que se repetiría a lo largo de la clase.

Palabras técnicas cono uniones costocondrales, diafragma, esternón, cavidad pleural eran dichas por el profesor. El difunto lo había llegado a ser por envenenamiento, un olor a heces, junto al penetrante y permanente olor del formol invadió el lugar.

Se extraen órganos, se diseccionan miembros mientras el tutor da indicaciones rápidamente.

Un alumno había salido a tomar aire, como queriendo que ese aire se transforme en huracán y lo transporte hacia algún otro lugar.

El fruncimiento de Juan volvió en el momento de realizar sus primeros cortes, sus manos temblaban y el temor a errar le hacía percibir de quienes le observaban sus inquisidoras miradas. Pareció tensarse, instintivamente su brazo frotó el rostro. Sus pies querían moverse, su cuerpo dar media vuelta, pero su cerebro lo mantenía allí.

El Dr. pidió la colaboración de dos estudiantes para reconstruir el didáctico cadáver. Dan el primer paso de rigor, se a ajustan más los guantes de lavar ropa, palpan sus mascarillas y se dirigen al cuerpo. Juan no está entre ellos, él había descubierto de los huesos en sus manos el parecido con los libros que leyó.

POR: WISON FIGUEROA

1 comentario:

  1. La primera disección cada uno la vive de una forma diferente. En mi caso el olor penetrante del formol y sus emanaciones se colaron en mis ojos y no podía dejar de llorar...
    Aún así, mis disecciones fueron mucho más "light".
    Mucho ánimo a todos los futuros médicos. Eligieron una profesión preciosa.

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